viernes, 5 de abril de 2013

ESTACIÓN DE PENITENCIA

Todo comenzó con una triste y fría tarde del Jueves Santo en la que a los nazarenos les volaba su hermosa capa y sus capirotes sudaban a la espera de la salida procesional que dos años atrás no se pudo efectuar.
A las 20:29 horas, y con la plaza de Santiago el Mayor con gran abundancia de gente, sale un penitente portando vara y pergamino en mano con la venia para a las 20:30 horas hacer "la llamada". Dando tres golpes fuertes y templados que resuenan en la Puerta Principal de la Parroquia de Santiago y, abriéndose la misma, se otorga el permiso correspondiente para que la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores y el Evangelista San Juan haga su I ESTACIÓN DE PENITENCIA.
Sale la Cruz de Guía de forma rápida y decisiva, dirigiendo con su estela a un centenar de nazarenos que quieren acompañar en este día tan especial a Jesús Nazareno y su Madre María. En el interior de la parroquia resuena el llamador de Jesús Nazareno; bajo él sus costaleros se entregan para ayudar a Jesús Nazareno a portar su Cruz, Cruz de peticiones y promesas de esa penitencia que no se pierde esta cita con Jesús. Pero este año de una forma tan especial como la que supone el camino del Calvario que nos dirige hasta Santa María La Mayor La Coronada.
María, que espera que su hijo inicie el camino de la vida, con pañuelo en mano y rostro de Dolorosa, hace suyo el dolor del fruto de sus entrañas; pero no quiere perderse esta cita, custodiada por sus nazarenos, ahí va María por detrás de su hijo y de las promesas y penitencias de esos fieles que con valentía siguen a su Hijo que a muerte de cruz dio su vida por la de todos nosotros.
Llegando a la Santa Iglesia Catedral la oración hace acto de presencia y los devotos y fieles reciben la indulgencia plenaria tras ver contemplando a Jesús con la patrona de Medina, la Virgen de La Paz.
Las empinadas y angostas calles conducen de nuevo al cortejo a su templo; el pueblo en silencio contempla a Jesùs y el rostro roto de su Madre. El encanto se magnífica, aún más si cabe, cuando se aproximan de nuevo a su barrio, a ese barrio fiel de Santiago. Su plazuela a rebosar observa con devoción como ese Hijo Redentor seca las lágrimas de su Madre, en ese caminar templado y devoto de esos corazones cargadores que portan sus pasos. Y al canto de una saeta compartida y el himno nacional los pasos regresan a su templo con la ilusión,esperanza,peticiones y promesas de volver a contemplar a Jesús Nazareno y su Madre María por las calles de su pueblo un año más..............

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